Marzo negro
Mientras viví en Argentina, a finales del segundo mandato de Cristina Kirchner era para mi una actividad frecuente revisar el precio del dólar en relación a la moneda mexicana y argentina con variaciones a veces significativas, el dólar entonces estaba en 13 pesos mexicanos. Recuerdo también ser testigo de la abrumadora inflación que elevaba los precios del pan y de la comida un día si y el otro también en el supermercado, llegando incluso a duplicarse durante las ultimas semanas de mi estancia, aunque lo peor para aquella nación aún estaba por llegar.
Fue durante esos meses que mi interés por la economía se acentuó, sobre todo aquello que tenía que ver con los mercados financieros o de divisas que siempre nos parecen ajenos y lejanos, debido a que fue entonces cuando sentí que veía por primera vez los hechos suceder: la gente común y corriente buscaba hacerse de dólares para protegerse pero afectando así más su moneda, quienes vendían productos importados subían sus precios notablemente cada día intentando contrarrestar la subida de la moneda, y la inflación sucedía cada día en casi todas partes.
Recuerdo aquellos momentos en estos días aciagos para el mundo y nuestro País en él, sobre todo en días como hoy en los que nuestra moneda, nuestros recursos y nuestras perspectivas se nublan; por que veo a compañeros que también venden artículos importados algunos ya tratando de encontrar formas de explicarle a sus clientes que el día de mañana habrá ajustes de precios, o a sus empleados que son sus últimos días de trabajo.
Cuando aún no sabemos si los recientes movimientos están siendo ya duros o si lo peor aún no llega, debería ocuparnos mantener la calma, incluso ante el consumo, antes que esperar a ver a México escapándosele la situación económica como el agua entre las manos. Arrastrando con ello a pequeños y medianos comercios junto a los miles de empleos que dependen de ello.
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