Días oscuros en la ciudad de los monos.

Este lunes me dio la impresión de estar despertando de un muy largo sueño; y de hacerlo en un mundo distinto al que existía  el día viernes. Quizás porque suelo decirme a mí mismo lo que dijo Heráclito de que "nadie se baña dos veces en el mismo río" a propósito del devenir de la vida, que es siempre cambiante, diciéndomelo sobretodo en los días en que aparentemente nada sucede.

 Pero este fin de semana ha sido distinto, hasta el día viernes reafirmados en nuestra existencia plena en el mundo y de nuestra forma de habitarlo, nos fuimos a la cama pensando en un nuevo fin de semana que se apilaría tras los demás fines idénticos. ¡oh error!

Contrario a ello, el fin de semana y comienzo de la nueva fueron días en los que vimos cómo el encadenamiento de los hechos nos hacen sentir que podemos ver la historia suceder frente a nosotros.


El domingo  México, America Latina y todo el mundo se convulsionaba al grito de las mujeres,  que al unísono exigían justicia en un movimiento que sin duda pasara a la historia por su rabia,  por sus filas y sobretodo por el potencial transformador que muchos deseamos para el mundo y que no habíamos visto antes para los más jóvenes o en mucho tiempo para generaciones anteriores. el domingo fue un día en el que sin duda vimos un mundo nuevo en gestación.






Así mismo bastaron cinco minutos del inicio de operaciones en los mercados financieros del día lunes para que la economía mundial viera esfumarse cientos de millones de dólares. Sin percibirlo, y mucho menos sin poder hacer nada,  vimos ante nuestros ojos como el mundo del día lunes era aún más pobre que el del día viernes, esta vez encausados por las fuerzas del capital que someten gobiernos y pueblos enteros al mandato del dinero.


En poco tiempo vivimos dos acontecimientos que aún no se encuentran, pero que forjarán el devenir de nuestro mundo, como pocas veces lo vamos a ver en nuestra vida.


 


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